El lugar ya resulta sorprendentemente bello, entre cumbres, rodeado de colinas, en donde las nubes parecen multiplicarse y convertirse en reflejos de esas blancas cimas y el cielo parece iluminar los valles y los bosques que alimentan el nombre de esta leyenda, la de una ciudad en la India, que se la conoce como Darjeeling y que se presenta al mundo con el preciado título de ser considerada el “Champagne de los tés”.
Se dice que a principios del siglo XIX, con el establecimiento de los colonos ingleses, el Dr. Campbell, que pertenecía al Servicio Médico, realizó las primeras plantaciones de semillas de té negro en las pendientes de la cordillera del Himalaya en la región de Darjeeling, estas semillas provenían de China y el carácter de su utilización fue en una primera instancia experimental, pero más tarde se continuarían con estas prácticas, que al resultar sumamente productivas, el gobierno se convertiría en el encargado de crear más establecimientos de producción en la región.
Irguiéndose a los pies del Himalaya, y a altitudes que rondan hasta los 2000 metros, Darjeeling es una región con copiosas lluvias, pero con jornadas de sol muy intenso, con clima bastante húmedo y frío, y terrazas empinadas en las que se distribuyen alrededor de cien plantaciones distribuidas entre Bután y Nepal, cada productor tiene su propio método de producción y cultivo lo que determina las grandes diferencias entre sabores de las diferentes plantaciones populares conocidas como “jardines de té”, entre las que se destacan Chamong, Lingia, Makaibari, Arya y Risheehat, entre tantas otras.
A Darjeeling se lo conoce como “el Champagne del té”, no solo por su extraordinario sabor, sino también por la Denominación de Origen, que es administrada por la Junta de Té de la India, y que es utilizada como marca de certificación del mismo modo que ocurre con la región de Champagne en Francia, de hecho han surgido muchos problemas con relación a su denominación ya que en muchas partes del mundo se comercializan tés con el nombre de Darjeeling sin ser producido en esa región.
Lo cierto es que el aspecto visual que presenta este té es el de ocresal ámbar y los aromas son primeramente florales, pero denota frutas como el durazno, posee un sabor dulzón a moscatel, muy refrescante, y marcados taninos característicos del té negro, con un gran equilibrio y una delicada armonía, muy concordante con la belleza del entorno de su lugar de origen, y que lo va a convertir indudablemente, en uno de los mejores y más preciados tés del mundo. Bon Appetit.
En el día de ayer, se realizó en las puertas de histórica Confitería Del Molino, una actividad en la que se sirvió té al público en las veredas de la confitería para exigir su apertura y para que los diputados nacionales y legisladores de la ciudad trabajen para no permitir que ese Edificio Histórico continúe destruyéndose. La iniciativa fue organizada por la Asociación Civil Basta de Demoler y por Eclaire El Arte del Té, quienes entre las 11 y las 14 hs, se hicieron presentes en la esquina de las avenidas Rivadavia y Callao, para servir el té entre el público que se acercaba fluidamente para apoyar la propuesta. Se pudo ver llegar a una gran cantidad de gente y también a importantes medios nacionales, los que se entremezclaban con algún que otro diputado o legislador que se iba sumando a la iniciativa. Entre las propuestas de los congresistas, surgió la de concesionar la confitería para que finalmente pueda reabrir, y que el primer piso, (que posee acceso independiente), tenga un destino cultural, pero lo cierto es que entre medio de los deliciosos té de Eclaire, y el dinamismo de los jóvenes de Basta de Demoler, se percibían estados de ánimo que se contradecían, ya que el público y los organizadores compartían esa triste visión de la realidad, en la que El Molino es un claro ejemplo del abandono del patrimonio porteño considerado un Monumento Histórico Nacional.
Su nombre es bastante complicado, se lo pronuncia Nu-reli-je, y estamos hablando de una ciudad de la isla de Sri Lanka, llamada Nuwara Eliya, que significa “ciudad de la luz”, o “ciudad sobre la mesa de la tierra” y es una de las ciudades de donde surge uno de los mejores tés del mundo.
Tenemos que señalar que Sri Lanka, es la isla con forma de gota, que antes de 1972 se llamaba Ceylan y antiguamente Lanka, y que los habitantes de la India llaman comúnmente “La Lágrima de la India”, justamente por su particular forma. Nuwara Eliya es una ciudad que se erige sobre el altiplano central de Sri Lanka, a una altitud de 1.868 m, lo que le confiere un clima mucho más frío que las tierras más bajas de la isla, con una temperatura anual promedio de 16 ° C, y llegando a registros de 3 ° C, pero al tener un sol muy intenso, no se producen tantas heladas, por lo que la producción de té se realiza durante todo el año.
Esta región tiene una belleza incalculable, con grandes y frondosas praderas, bosques de ensueño, valles inmensos rodeando las montañas, y las plantaciones de té no están al margen de esto, ya que conviven con los aromas de los cipreses, eucalipto y mentas silvestres, con lo que esta combinación de aromas se presenta como una característica emblemática del té de Nuwara Eliya.
La mayor parte de la cosecha la hacen mujeres que están vestidas con ropa llamativa y muy colorida, y con cestas para ir recogiendo manualmente la yema y solo dos hojas más jóvenes, lo que significa que el té va a garantizar una gran calidad, ya que en otros casos se arranca la yema, junto a más cantidad de hojas, privándolo de esa misma condición.
Uno de los tés obtenidos de mejor calidad de Nuwara, se denomina Lover’s Leap, que es un té negro que tiene un grado de calidad de “orange pekoe”, que significa “hoja entera”, y que cuando se vierte el agua sobre la hoja, esta se expande espectacularmente, dando lugar a un té de color cobrizo y muy brillante, muy aromático y con notas cítricas de limón, que es muy ligero, algo dulce, y refrescante. Uno imagina saboreando este té, contemplando esos paisajes, y percibiendo la tranquilidad propia de la zona, casi seguramente la armonización de todos los sentidos se van a dar en la más completa plenitud. A disfrutar y Bon Appetit.
En el Japón hay una multiplicidad de ceremonias del té, y tienen correlatos históricos, desde su primera influencia por los samurais, que eran los guerreros japoneses de los imperios dominantes que contaban con estrictas reglas en las que se marcaba un énfasis muy institucionalizado y de mucho autoritarismo a cada ceremonia, hasta las influencias del budismo zen que transformarían a las ceremonias en un entorno mucho más apacible y armonioso. En este sentido, a la ceremonia del té, se la va a denominar Chanoyu, (Cha: té, Noyu: agua caliente), y es de ese modo como se llaman estos blends que describiremos a continuación. Chanoyu presenta sus productos elaborados artesanalmente y sin procesos industriales que de algún modo, pueden afectar el desarrollo de la materia prima, El primero de estos blends es llamado “Floral”, y está compuesto por Té Verde, jazmín, rosa, lavanda, rosa mosqueta, manzanilla y amaranto. Presenta un color naranja intenso, con aromas florales entremezclados por las rosas y los jazmines, en la boca se percibe el inconfundible sabor del té verde, pero atenuado su carácter herbáceo por las notas de la manzanilla y la lavanda, siendo suave y sedoso a lo largo del paladar. Por su parte el té “Dulce Especiado”, que está compuesto por Té Rojo, canela, cascaritas de naranja, cacao, pétalos de rosa, anís estrellado, presenta un color desde caramelo a castaño rojizo, destacándose los aromas dulces de la canela y el cacao y las notas de naranja, en boca recibe las marcadas características del té rojo, con sabores terrosos suavizados por los pétalos de rosa, y endulzados por el cacao que nos va a regalar un final redondo. Y por último, tenemos el té “Fresco”, compuesto por té Oolong, cedrón, menta, jengibre, cascaritas de limón, hinojo. Posee un color caoba, con aromas marcados por la presencia del jengibre, notas ahumadas atravesadas por la frescura de la menta y el limón, y una entrada de boca con una importante presencia del cedrón y el té oolong, y un final muy refrescante que envuelve toda la boca otorgado principalmente por la menta. A disfrutar y Bon Appetit.
Sumergido entre las inmensidades de las cumbres más imponentes del mundo, en el medio de los dos países más poblados de la tierra, y siendo la cuna del nacimiento de uno de los líderes espirituales más emblemáticos, se encuentra este pequeño país, y de donde provienen también los componentes de un té llamado acertadamente, “Nepal a tus pies”. Y es que Nepal, que limita al norte con China, y al sur con la India, está rodeado de una naturaleza montañosa más que impactante, (refiriéndonos al Himalaya, y al Monte Everest como el pico más elevado del mundo), y Lumbini que es el pueblo donde habría nacido Siddartha Gautama entre los años 566 y 478 a.c. Todo este contexto es necesario para acompañar a un té que cuenta entre sus principales componentes al té negro, a la mandarina, y a diversas flores de Nepal. Entre las grandes propiedades que posee este té, se destacan los polifenoles del té negro, con su gran poder antioxidante, que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, con su gran efecto diurético, eliminando los líquidos del organismo, y su gran concentración de taninos, muy beneficioso para los casos de diarrea o trastornos digestivos, y por otro lado la mandarina, que también proviene de China, y a la que se cree que su nombre y su color derivan de las prendas utilizadas por los emperadores chinos conocidos como mandarines. Entre las propiedades de la mandarina se encuentra básicamente, su importante contenido de vitamina C para los resfríos y gripes, su contenido de potasio y calcio, fortaleciendo huesos y dientes, los elevados índices de clementina evitando enfermedades cardiovasculares y al igual que el té negro, su alto poder de saciedad, que benefician los procesos de adelgazamiento. Es importante destacar que la materia prima de este té, proviene de Oriente, y su confección es absolutamente artesanal, lo que le anticipa un minucioso cuidado en su elaboración, y la personalización de cada detalle que Irimi, el alma del téofrece. El aspecto visual de “Nepal a tus pies”, es muy brillante, con un color anaranjado muy llamativo, aromas envueltos por el té negro y la gran intensidad que lo caracteriza, atenuado en este caso, por las frutales notas cítricas de la mandarina, y con sabores delicadamente texturizados por las flores de Nepal, que suavizan principalmente al té negro, otorgándole untuosidad y una envoltura en la boca y en los sentidos, ideales para acompañar una dedicada concentración, observando los monasterios en las laderas de las armoniosas montañas que se delinean en el horizonte. Bon Appetit.
A las ceremonias en cualquier lugar del mundo, hay que intentar construirlas para definir cual es la finalidad y de que modo expresarla para que sea interpretada por sus propios actores, y por los neófitos de la materia. En el caso del té, hay muchísimas ceremonias, y hasta difieren en sus tradiciones regionales y provinciales, pero intentaremos familiarizarnos con algo más general de lo que es la ceremonia del té en el país nipón. En el Japón, la ceremonia del té fue en una primera instancia influida por los samurais, que eran los guerreros japoneses de los imperios dominantes, y contaba con muchas reglas estrictas, en las que se ponía un énfasis institucional y de mucho autoritarismo a cada ceremonia. Más tarde eso se modificaría, (no en cuanto a las costumbres y tradiciones), sino porque comenzó a tener influencias del budismo zen, por lo que entonces se transformaría en un entorno mucho más apacible y armonioso A la ceremonia japonesa del té, se la denomina chanoyu, que significa “agua caliente para el té”, y existen un conjunto de hechos sostenidos por la base tradicional, y que a pesar de contar con tan enriquecedora historia, y un importante sentido presencial, (ya que cada invitado tiene que vivir cada uno de los gestos o posturas relacionados con los usos, costumbres, conductas y de nivel espiritual), vamos a intentar describirla brevemente. Cada uno de los movimientos del chanoyu está calculado y está ligado a un espíritu de purificación. Los elementos indispensables durante la ceremonia son básicamente una casa preferentemente dedicada al té que posea florales jardines, diversos utensilios como la tetera, el recipiente para el té, cucharón, hornillos, ropas adecuadas como kimonos y calcetines blancos. Esta ceremonia se divide en cuatro etapas: una comida liviana que se llama kaiseki, una pausa o naka-dachi, goza-iri, que es el momento principal, donde se sirve un té espeso, y usucha, que es la etapa final, con un té más claro. La duración total es aproximadamente de unas cuatro horas. Para la primera etapa, los invitados ingresan a gatas, simbolizando humildad, luego de que el maestro los conduce por el jardín hasta la sala de ceremonias, se lavan las manos y se enjuagan la boca en un recipiente con agua. Continua con respetuosas reverencias hacia los braseros que lleva cada invitado, luego se sientan y se sirve el kaiseki con algunos dulces de postre. Posteriormente llega el nakadachi, que es la segunda etapa, en la que los invitados se retiran a descansar a los bancos del jardín. En la tercera etapa o goza-iri, luego de hacer sonar una campana unas seis veces, los recipientes para el té y el agua ya están colocados en sus sitios y se hace una reverencia a la tetera como se hizo anteriormente con los braseros, el maestro entra con un recipiente de té y el cucharón y le va a echar agua caliente, la comienza a revolver, la limpia y mezcla té y agua con un batidor de bambú, luego procede a servir a cada invitado tres cucharadas de matcha, que es el té verde, en el acción siguiente, llena el cucharón y vierte el tercio en el cuenco, devolviendo el resto al recipiente. Posteriormente el invitado hace una reverencia a todos, da un sorbo, lo alaba, y con una servilleta limpia el borde del cuenco, donde rozó sus labios, y luego pasará el cuenco al resto de los invitados, hasta finalizar en el maestro. Y en la última etapa o usucha, la diferencia fundamental, reside en que el té verde o matcha, fue hecho con hojas de plantas más jóvenes, y resulta más espumoso que el primero y no tan consistente, y otra diferencia es que en este caso, se le sirve a cada invitado dos cucharadas de matcha, y debe beber el cuenco entero y limpiar luego el borde que ha tocado con los dedos de la mano derecha, para limpiarse luego con la servilleta o kaishi. Seguramente, deben existir una gran cantidad de ceremonias similares, pero con algunas diferencias en los movimientos y gestos que el maestro puede personalizar, pero el hecho más importante a lo largo de todas las etapas, va a ser la concentración y la dedicación que cada persona le otorga a toda la ceremonia, en su conjunto. Bon Appetit.
De la tierra nacen, y es sobre ella que van delineando sus aromas y sus sabores tan identificados que los caracterizan, y es que la tierra y los procesos de trabajo y elaboración posteriores, son los que nos van a regalar esta gran combinación de Latidos de la tierra, y que va a surgir de la elaboración de un té verde japonés, acompañado por frutos cítricos en general. El té verde japonés, u O-Cha, cuenta con una tradición de unos mil años de historia, existiendo una gran cantidad de variedades y tradiciones culturales, pero goza de las mismas propiedades que el té verde chino, ya que está compuesto de las catequinas, que son los polifenoles que se pueden hallar también en algunas verduras y frutas. En los té verde, al no producirse la fermentación, se conservan la mayor parte de las catequinas, de modo que resultan poderosos antioxidantes que provocan un efecto antibacteriano, capáz de luchar contra afecciones cardíacas y hepáticas, y muy beneficioso para problemas digestivos y renales. Por su parte, los beneficios de los frutos cítricos, con grandes cantidades de vitamina C, flavonoides y ácido cítrico, contiene elevadas propiedades antioxidantes, y la importante función de la vitamina C para mejorar la recuperación de resfríos y gripes. Latidos de la Tierra es una gran combinación de propiedades, pero también es necesario destacar que la materia prima de este té, proviene de Oriente, y su confección es absolutamente artesanal, lo que le anticipa un minucioso cuidado en su elaboración, y la personalización de cada detalle que Irimi, el alma del té ofrece (http://www.irimi.com.ar/). Su color nos va a reflejar un verde muy claro con bordes amarillos pálidos, aromas herbáceos provenientes del té verde, con complejas notas cítricas, predominando la naranja y sabores vegetales y dulces, con cierta amalgama de profundidad y suaves latidos de persistencia, con una gran sedosidad que recorre el paladar hasta el final de la boca, y toda una redonda estructura de armonías y equilibrios, la cual parece extenderse indefinidamente al son de tambores que simbolizan los Latidos de la tierra. Bon Appetit.