Todos los domingos en Furaibo se puede ver y participar en la tradicional ceremonia japonesa del té que fue llevada a cabo por la conocida maestra y sensei Emika Arimidzu o su discípula Silvia Pandullo.
Tenemos que señalar que en Japón, la ceremonia del té fue en una primera instancia influida por los samurais, que eran los guerreros japoneses de los imperios dominantes y contaban con muchas reglas estrictas, en las que se ponía un énfasis institucional y de mucho autoritarismo a cada ceremonia. Más tarde eso se modificaría, (no en cuanto a las costumbres y tradiciones), sino porque comenzaría a tener influencias del budismo zen, por lo que entonces se transformaría en un entorno mucho más apacible y armonioso.
Si bien la duración del evento es muy extensa, intentaremos describir la demostración que la sensei exhibió de la Chanoyu, (así se la denomina a la ceremonia en Japón) en este acotado artículo señalando que cada uno de los movimientos del chanoyu está calculado y está ligado a un espíritu de purificación. Los elementos indispensables durante la ceremonia son básicamente una casa preferentemente dedicada al té que posea florales jardines, diversos utensilios como la tetera, el recipiente para el té, cucharón, hornillos, ropas adecuadas como kimonos y calcetines blancos. Esta ceremonia se divide en cuatro etapas: una comida liviana que se llama kaiseki, una pausa o naka-dachi, goza-iri, que es el momento principal, donde se sirve un té espeso, y usucha, que es la etapa final, con un té más claro. La duración total es aproximadamente de unas cuatro horas.
Para la primera etapa, los invitados ingresan a gatas, simbolizando humildad, luego de que el maestro los conduce por el jardín hasta la sala de ceremonias, se lavan las manos y se enjuagan la boca en un recipiente con agua. Continúa con respetuosas reverencias hacia los braseros que lleva cada invitado, luego se sientan y se sirve el kaiseki con algunos dulces de postre. Posteriormente llega el nakadachi, que es la segunda etapa, en la que los invitados se retiran a descansar a los bancos del jardín.
En la tercera etapa o goza-iri, luego de hacer sonar una campana unas seis veces, los recipientes para el té y el agua ya están colocados en sus sitios y se hace una reverencia a la tetera como se hizo anteriormente con los braseros, el maestro entra con un recipiente de té y el cucharón, y le va a echar agua caliente, la comienza a revolver, la limpia y mezcla té y agua con un batidor de bambú, luego procede a servir a cada invitado tres cucharadas de matcha, en el acción siguiente, llena el cucharón y vierte el tercio en el cuenco, devolviendo el resto al recipiente. Posteriormente el invitado hace una reverencia a todos, da un sorbo, lo alaba, y con una servilleta limpia el borde del cuenco donde rozó sus labios, y luego pasará el cuenco al resto de los invitados hasta finalizar en el maestro.
Y en la última etapa o usucha, la diferencia fundamental, reside en que el té verde o matcha, fue hecho con hojas de plantas más jóvenes y resulta más espumoso que el primero y no tan consistente, y otra diferencia es que en este caso se le sirve a cada invitado dos cucharadas de matcha y debe beber el cuenco entero y limpiar luego el borde que ha tocado con los dedos de la mano derecha para limpiarse luego con la servilleta o kaishi. Seguramente existen una gran cantidad de ceremonias similares, y la presencia de la sensei Arimidzu en Furaibo tuvo también sus enriquecedoras peculiaridades, con distintivos movimientos y gestos que la maestra acostumbra personalizar, pero sin dudas el hecho más relevante a lo largo de todas las etapas, reside en la concentración y la dedicación que aporta cada una de las personas al respeto, la armonía, la pureza y la tranquilidad. Bon Appetit.